Las mujeres que dedican su tiempo y esfuerzo a cuidar de otros sin remuneración económica son las grandes olvidadas en todas las estadísticas laborales. El 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora, también es su día.
El mismo día que María Ángeles volvió a casa después de dar a luz a su tercer hijo, el bebé empezó a sufrir una diarrea que le obligó a poner hasta siete lavadoras diarias. Además, había que llamar al médico de guardia, ocuparse de los otros dos niños, arreglar la casa... Fue entonces cuando ella, que por entonces estudiaba Económicas, se planteó una pregunta: ¿cómo era posible que en ninguna de las asignaturas de su carrera se mencionara este tipo de trabajo que al menos una persona de cada familia española llevaba a cabo? Casi 40 años después de aquello, María Ángeles Durán, hoy catedrática de Sociología y profesora de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), recuerda que cuando realizó su tesis sobre el trabajo de las mujeres españolas tuvo que conformarse con una nota a pie de página para expresar su frustración: "Considero que también es trabajo el no remunerado pero no he podido desarrollarlo por absoluta carencia de fuentes".
(...)
Si un buen día decidiéramos declararnos en huelga doméstica y empezáramos a pagar por esas tareas seríamos más conscientes del valor que tienen. Por eso, las conclusiones de Durán en este estudio son claras: todas pasan por concienciarnos de que los hogares producen servicios como cualquier otro sector de la economía y las personas que los prestan son tan importantes como los conductores de autobuses, los inspectores de Hacienda, los maestros, los obreros industriales o los directivos. Pero no solo moralmente. "Juegan un papel económico decisivo"–explica esta catedrática–. Por mucho que el afecto siempre esté presente, tenemos que hablar de él igual que si hablásemos de la producción de tomates o de pernoctaciones turísticas en hoteles".
Noticia
No hay comentarios:
Publicar un comentario