Mi abuela y mi madre me enseñaron a limpiar, a cocinar, planchar, hacer la compra… A llevar una casa. No fue un entrenamiento consciente, simplemente era algo que estaba ahí, que había que hacer y que había que hacer bien.
Aun con eso, cuando empecé a limpiar lo viví como un fracaso. Pero ahora, mirando atrás, creo que me ha servido para curarme de mi ego y tener tiempo para pensar sobre mi concepción del mundo. Yo pensaba que mi madre o que mi abuela no se habían esforzado lo suficiente o que habían sido poco ambiciosas.
Pero las dos son unas luchadoras que han visto su trabajo como un medio para ser autónomas, para mejorar a su entorno y para poder armonizar su independencia con su familia. Es un sacrificio enorme y yo lo veía como el camino fácil. Ojalá mi abuela viviera aún para poder decirle que sus enseñanzas me han servido para poder, por ejemplo, pagarme una terapia privada o estudiar una carrera.
Creía que trabajar limpiando era un fracaso y se ha convertido en una de las mejores decisiones que he tomado en la vida.
Noticia
No hay comentarios:
Publicar un comentario