La cifra, recogida por el investigador del CSIC Javier Sánchez Perona en su libro "Los alimentos ultraprocesados" (Catarata, 2022), refleja más un consumo sostenido que uno esporádico, muy a pesar de la publicidad o de las frases hechas que ensalzan la idea del capricho excepcional. Un día es un día, sí, pero al cabo de treinta nos tragamos 15 kilos de excepciones. (...)
Alimentarse a diario de manera saludable requiere pensar menús y preparar comidas, ir a la compra, prestar atención a las ofertas, saber interpretar las etiquetas, escoger unos alimentos en lugar de otros y pasar de largo en los estantes de ultraprocesados. Exige no sucumbir, no despistarse y sortear las trampas del “no pasa nada” y de la falsa excepcionalidad.
Para plantearnos todas estas cosas –no digamos ya ejecutarlas– necesitamos tiempo. Tiempo para informarnos y para pensar, para descansar sin ruidos de compraventa, para desarrollar cierta indiferencia ante el marketing de lo malsano y para avanzar en una dirección cuando casi todo a nuestro alrededor empuja en la dirección contraria. Así, lograr que la comida saludable sea un hábito exige algo más que dinero.
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