24 de agosto de 2015

"Contra" la cocina de la abuela

Antes de que la Liga de Defensores de la Gente Mayor me incluya en su lista negra, aclaro: esta pataleta no va contra la abuela de nadie, sino todo lo contrario. Cual Caballero de la Blanca Figura hoy quiero salir en defensa de las abuelitas de toda una generación a quienes la industria alimentaria ha usado como reclamo publicitario. Y quien dice abuelas, dice madres, tías o cualquier figura femenina susceptible de ser entrañable y poseer dotes coquinarias (curiosamente, siempre son mujeres, pero dejaré el micromachismo para otro día).

Seguro que alguna vez habrás visto una caja de comida congelada o precocinada que promete que la comida sepultada en ella se ha elaborado siguiendo una receta tradicional. Si se trata de croquetas o canelones, es fácil que la marca envasadora prometa una receta de la abuela. Si es un brick de sopa quizá leas "caldo casero" o te remitan a los caldos de tu madre. En su web, algunas marcas hablan de recetas artesanas "de toda la vida, tal y como las haría tu madre, tu abuela o tu tía". Y yo no sé que resulta más engañoso, que apelen a lo artesanal de recetas elaboradas en monstruosas e impersonales líneas de producción o que menten a las gloriosas mujeres que nos han precedido. Probablemente, lo peor sea la combinación sin criterio de ambas.

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